Desierto de Atacama.

A veces siento el desierto como un olvido lejano. Tal vez si cierro los ojos y los abro, está allí nuevamente, pero no, no está, sólo veo edificios, autos y gente apresurada.

Vamos poco al desierto, menos de las que quisiera porque somos del valle central, somos del campo o la ciudad, pero nunca del desierto que cubre gran parte de mi territorio. Es raro eso.

En el desierto todo está lejos, viento mediante, todo es enorme, azul y amarillo, todo es silencio y horizonte. Allá van esas nubes, los guanacos y flamencos. Allá, allá, un caminante solitario al que no pude hablarle. Allá están esas piedras, esos cerros, no sé, allá se divisa algo que no comprendo pero que añoro.

Soy el Puerto, animal del valle, de los cerros de Valparaíso, caminante enamorado de la Patagonia, incluso vadeo las islas esporádicas con certeza pero el desierto es un desconocido al que abrí la puerta y las ventanas de par en par para que dance su gloria escondida.

Jorge Barahona

Diseñador de Estratégico & UX

http://www.jbarahona.me
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Mallín Grande.