El viaje.

“La pajarera”, Beijing, China. Fotografía análoga, 35 mm.

“La pajarera”, Beijing, China. Fotografía análoga, 35 mm.

Querido Amigo,

de regreso en estos lares lejanos y angostos, cabe la reflexión contigo de lo vivido estas últimas semanas.

El viaje siempre es una opción por el azar y lo desconocido. Es un salto donde nos quedamos dispuestos en conciencia a no tener el control, como la fotografía. Viajar es estar entre; no encima ni debajo, sino entre. Sentirse en viaje es sentirse colectivo y a la vez precario, en esa soledad tan necesaria y que pocos entienden.

Desde esta ausencia de certezas cotidianas, surge la humildad necesaria para sentirse conmovido y a la vez resoluto.

Como Bowles, el viaje es mi necesidad para volverme incierto y mundano; precario y feliz. El goce del trayecto y la agonía del destino europeo, tan certero y predecible. Tan tren entre las doce y tres minutos, una S.Peregrino Frizada, tan ristretto.

La luz del Báltico es diagonal en otoño, sus sombras se extienden como las mías por parajes góticos que anuncian las oscuras eternas. Dejé que esos tranvías bulliciosos en Cadorna y los aviones de Barajas me invadieran para caminar sin destino. No sé si llegaré, porque no tengo destino claro. Y ahora sé que tampoco lo deseo.

El periplo acabado es el comienzo que no termina pero que me resuelve la búsqueda de estos años. Ahora sé que fui cantando por Génova o Colliguay, Praga o Achao, tan contento porque no buscaba el destino sino mi viaje.

No he perdido el tiempo.

Octubre, 2003.

Jorge Barahona

Diseñador de Estratégico & UX

http://www.jbarahona.me
Anterior
Anterior

El furioso.

Siguiente
Siguiente

Descanso.