Sueño.
China duerme de a pedazos, sus habitantes están siempre alertas pero cada tiempo se relajan y recaen, así como en sus camas, acurrucados y dóciles.
Sus cuerpos menudos caben en cualquier lado perfecto, como en la fuga de una foto. Disparo rápido, Manuel balbucea “que no se despierte…”, trato de entender pero no, ahí está, el regalo es esa perspectiva inútil y efímera, torpe y sin importancia pero que me obsequia una reflexión.
Al centro está este hombre soñando en sus historias de infancia, tal vez caminando por el campo en esos lares escondidos en la memoria de los chinos.
Me desprendo de estos objetos tan luminosos y comerciales y me quedo con la historia oculta de ese sueño que nunca conoceré. Será mi condena cada vez que mire esta foto.